viernes, 18 de septiembre de 2015

HORATIO NELSON versus BLAS DE LEZO - CAPITÁN DE NAVÍO ENRIQUE ZAFRA CARAMÉ





HORATIO NELSON versus BLAS DE LEZO



El Almirante inglés Horatio Nelson y el español Blas de Lezo son dos personajes históricos que han quedado en la memoria - con desigual suerte - como figuras notables por su condición de militares, marinos, estrategas y héroes de sus respectivas marinas de guerra.

Nuestros protagonistas no fueron contemporáneos, 69 años separan sus fechas de nacimiento. Cuando murió Blas de Lezo con 52 años, aún quedaban 17 para que naciera Nelson. Pero de manera extemporánea fueron rivales, ya que desde bandos opuestos hicieron todo lo posible por mantener y extender el dominio de los mares para sus respectivas Patrias. 

Y sin embargo, mientras Nelson ha pasado a la Historia como el principal héroe de Gran Bretaña, con referencias a su figura muy profusas y detalladas, y goza de la veneración y de los honores de todos sus compatriotas, Blas de Lezo es, y seguirá siendo si no lo remediamos, un gran desconocido para la inmensa mayoría de sus propios compatriotas, víctima de una cruel burla de la Historia que ocultó sus méritos, su enorme valor y su impresionante palmarés como estratega y héroe naval. Ni siquiera se sabe dónde fue enterrado.

Por ese motivo, he querido acometer la arriesgada tarea de llevar a cabo una comparación entre las vidas de ambos, sus logros y fracasos, sus méritos y deméritos, así como los reconocimientos que obtuvieron tanto en su momento como en la actualidad.

El entorno en que cada uno de ellos desarrolló su propia carrera tuvo desiguales características, pero  ambos destacaron notablemente por sus indiscutibles dotes de liderazgo en el ámbito naval. Sus combates se dirigieron mayoritariamente, en cada caso, contra la marina del otro. Nelson en la época del creciente predominio marítimo inglés, Lezo en los comienzos de la decadencia del predominio marítimo español. Por ello me atrevo a tratarles como antagonistas extemporáneos.

DEDICACIÓN AL SERVICIO. 

Ambos marinos nacieron en el seno de familias acomodadas, y ambos se enrolaron como Guardiamarinas a la temprana edad de 12 años, iniciando una vida absolutamente dedicada a la mar y al combate naval con enorme vocación. Nelson murió a los 47 años, Lezo a los 52.
La carrera de Nelson duró 36 años, de los cuales dos estuvo enfermo de malaria, uno convaleciente de cólera, uno de Ayudante de Campo del príncipe William Henry, y cinco en la excedencia, por lo que realmente estuvo en activo 27 años: seis como oficial embarcado, once como Comandante de Buque y diez como Jefe de Escuadra. 

La carrera de Blas de Lezo duró 41 años, menos dos que estuvo en excedencia, por lo que su carrera real fue de 39 años. Nueve como oficial embarcado (+3), once de Comandante de buque (=), doce como Jefe de Escuadra (+2) y siete de Comandante General (+7).

En tiempo de servicio, la balanza se inclina claramente a favor de Lezo, pues ejerció 12 años más que el Almirante inglés, aunque vivió sólo 5 años más que el anglosajón.



Años de servicio
HORATIO NELSON
BLAS DE LEZO
Oficial embarcado
6
9
Comandante de Buque
11
11
Jefe de Escuadra
10
12
Comandante General
-
7
Total
27
39


DATOS COMPARATIVOS.

El primer dato que quiero barajar es determinante: Blas de Lezo nunca perdió ningún combate. Es un dato objetivo, sólo fue dejando trozos de su anatomía debido a su arrojo, quedando muy pronto cojo, tuerto e impedido de un brazo. Nelson, que “sólo” quedó manco y tuerto, perdió varios combates y tuvo que desistir de varios asedios, como se detallará más adelante. Incluso podría cuestionarse su tan pregonada victoria en la batalla de Trafalgar, ya que murió en la primera escaramuza, antes de que nada estuviera decidido; darle por vencedor cuando supuso su prematura muerte es una cruel ironía, propia de mentes de corte anglosajón.

Pero lo cierto es que Nelson fue desproporcionadamente ensalzado por la legendaria maestría propagandística de los anglosajones, expertos en ocultar las virtudes de los españoles y latinos en general, para aparentar estar siempre por encima, ocultando sus propios defectos. Esto, unido a la secular costumbre española de menospreciar lo propio y envidiar lo ajeno, ha sido caldo de cultivo para que un Nelson más bien mediocre aparezca como superior a un Blas de Lezo que en la práctica le superó con creces como marino, militar, estratega y valiente, pero que murió denostado y olvidado por mor de las sórdidas maniobras de un celoso, ingrato e incompetente personaje político. 

Pero aunque así fue en un principio, en 1762, 21 años después de su muerte, Carlos III hizo justicia rehabilitando su figura, y concedió a sus descendientes el Marquesado de Ovieco, en premio póstumo a los muchos méritos del Almirante, lo que hizo que se comenzara a hablar de las hazañas del Mediohombre, y su popularidad empezó a crecer en los corrillos.





Los ingleses se vieron venir el descrédito, que ya creían olvidado, por su fallido intento de conquistar Sudamérica debido a la desastrosa actuación de Vernon, cuya mención había sido prohibida en su país bajo pena de muerte, y se encontraron con la necesidad de crear un héroe que eclipsara el auge de popularidad del español, e impidiera que volviera al recuerdo del mundo entero aquella enorme humillación del Imperio inglés.

Así, Londres decidió ensalzar de manera exacerbada la figura del Almirante Horatio Nelson, con el objeto de difuminar el escarnio de Cartagena de Indias y ocultar el pánico que invadía a las dotaciones inglesas en el Mediterráneo y en el Mar del Sur con sólo nombrar a Lezo, quien no se conformaba con el habitual combate a distancia de cañón, sino que embestía cuanto antes a los navíos enemigos para que sus hombres los abordaran y pasaran a espada, cuchillo, ganchos o a porrazo limpio a sus estupefactos tripulantes.  

La estratagema propagandística inglesa estaba en la misma línea que la utilizada para desacreditar a la llamada Armada Invencible, atribuyendo el mérito de su fracaso a la resistencia inglesa, a pesar de que es bien sabido que su retirada y parcial destrucción tuvo más que ver con las condiciones meteorológicas adversas que con la supuesta bravura del enemigo. O que el silenciamiento del golpe al doble convoy inglés por parte de Luis de Córdova a bordo del Santísima Trinidad en 1780, que hizo desplomarse la Bolsa de Londres.  

La misma Leyenda Negra que manipula la Historia afirmando que España conquistó América expoliándola en lugar de colonizarla, cuando lo cierto es que los españoles compartieron valores y raza propios con sus habitantes primigenios, incentivando el desarrollo de los nativos hasta que pudieran manejarse por cuenta propia. No como las colonizaciones inglesas, que no compartían sino que dominaban, abandonando cuando los recursos naturales se agotaban.       

El declive del dominio marítimo español comenzó a gestarse desde que, a principios del siglo XVIII, las campañas navales y militares españolas empezaron a supeditarse al poder político. Los desastres de Gibraltar, Trafalgar, Cuba, Filipinas, Marruecos, Sáhara, fueron consecuencia de decisiones políticas que ignoraron las estrategias militares que antaño habían hecho posible un Imperio donde no se ponía el sol.

Pero la Historia pone poco a poco las cosas en su sitio. Ni Nelson fue un buen estratega – casi siempre fue a remolque de sus jefes -, ni Inglaterra tuvo nada que ver con la retirada de la Armada Invencible. Aun así, es de envidiar el apoyo incondicional que el pueblo inglés presta a sus Fuerzas Armadas.

Las tablas que se incluyen establecen una comparación objetiva, y a mi juicio razonable, entre dos marinos combatientes. Puesto que no son coetáneos, la comparación se compone en tiempos relativos, poniendo el cero en el nacimiento de cada uno de ellos y supervisando su evolución tomando sus respectivas edades como referencia. 

Hay que valorar cuándo actuaban por cuenta propia o bajo el mando de otros, ya que en este último caso el mérito sería ajeno. En las acciones que Nelson llevó a cabo como Comandante de buque, normalmente obedecía órdenes de quien mandaba la Fuerza, en tanto que Lezo, desde bien pronto, estaba por lo general al mando de los buques que actuaban junto a él.   

La naturaleza de cada uno de los combates, es decir, lo que se jugaba en cada uno de ellos, y la proporción de fuerzas con el enemigo, son también factores que ponderan el valor de las decisiones tomadas y el arrojo empleado. Lezo siempre actuó derrochando valor sin pararse a pensar en el riesgo que corría, y utilizando el ingenio para utilizar nuevas prácticas, lo que descontrolaba a sus enemigos, que temían enormemente la merecida fama que le precedía.

ETAPA DE OFICIALES EMBARCADOS

En esta etapa, desde Guardiamarina hasta Teniente de Navío, Nelson fue forjando su experiencia como navegante, viajando al Caribe en el HMS Triumph, en la expedición al Ártico y a Indias Occidentales en el HMS Seahorse, y en Jamaica a bordo del HMS Low Estoft.

En la misma etapa relativa, Blas de Lezo con apenas quince años perdió la pierna en el combate de Vélez-Málaga siendo Guardiamarina, aprovisionó las plazas asediadas de Peñíscola y Palermo, burló el bloqueo inglés para aprovisionar al rey en su acampada frente a Barcelona, quemó el HMS Resolution de 70 cañones apresando otros dos buques ingleses, y finalmente perdió un ojo participando en un combate terrestre en el fuerte de Santa Catalina en Toulon.

Es decir, que hasta alcanzar el grado de Teniente de Navío, la carrera de Nelson fue de navegante, la de Lezo de combatiente destacado, doblemente mutilado por estar siempre en primera línea.



ETAPA DE COMANDANTES DE BUQUE

Aunque Nelson mandó seis buques diferentes, no se le conoce ninguna acción puramente naval destacada en esta etapa, y sí varios fracasos estrepitosos, como la expedición a San Juan de Nicaragua (1779), la fallida toma del castillo Inmaculada Concepción también en Nicaragua (1780), o el fiasco del intento de conquistar las islas Turcos y Caicos (1783).

Los mandos de buque de Blas de Lezo, en cambio, constituyen un derroche de acciones gloriosas aderezadas de valor y decisión, pura estrategia naval, como la rendición en 1710 de once barcos ingleses, capturando seis: HMS Anna, HMS Dragoon, HMS Galere, HMS Sefgo of England, HMS Christ y HMS Theana y la posterior captura del temible HMS Stanhope de 70 cañones, todo ello como Comandante de la fragata francesa Valeur de sólo 40 cañones.      

En 1712, ya en la Marina española, captura otros once barcos ingleses, mandando el navío Nuestra Señora de Begoña (Campanella) de 70 cañones, con el que también reconquista Mallorca e Ibiza de manos austríacas de manera incruenta, merced a la fama que le precedía.

En 1716 y 1717, mandando el navío Nuestra Señora del Carmen (el célebre Lanfranco) de 60 cañones, se dedica a limpiar el Mar del Sur de piratas de diversa índole, en numerosas acciones de combate.

En 1718 captura dos fragatas francesas, mandando el San Francisco.


La comparación de los periodos de mando de buque se inclina de manera contundente hacia Blas de Lezo, más dedicado al combate puramente naval con un éxito impresionante, frente a Nelson, más dedicado a sucesivos asedios y tomas de plazas terrestres, normalmente fallidos.




ETAPA DE JEFES DE ESCUADRA

Esta es la etapa más brillante de Nelson, que comienza con el combate del Cabo San Vicente, aunque pronto sufre el primer fracaso al ser rechazado su ataque a Tenerife, donde además perdió un brazo. Le siguen los éxitos de destruir una flota francesa en Aboukir, el rescate de los Hamilton en Nápoles y la captura del barco francés Le Genereux.   

Tras la batalla de Copenhague y conseguir el armisticio con Dinamarca, sufre un nuevo fracaso al intentar tomar Boulogne.

Tras varios bloqueos a Francia y el intento fallido de destruir la flota de Villeneuve, llega Trafalgar, motivo de su gloria, aunque supuso su muerte recién empezada la contienda.

Blas de Lezo, en su etapa como Jefe de Escuadra/Comandante General, comienza en el Pacífico capturando al HMS Prince Frederick de 70 cañones, y ahuyentando a los piratas de Clipperton, que campaban a sus anchas por el Mar del Sur a bordo del Success y del Speedwell, ambos de 70 cañones. Tras esto pone en fuga a cinco barcos de guerra holandeses capturando al buque insignia, el Vlissingen, de 58 cañones. En otra ocasión rinde a seis navíos ingleses, uniendo tres a su escuadra. 

Enfrentado al virrey, que quería colocar a sus familiares en puestos de relevancia de la Real Marina, y que le bloquea su salario por su negativa, regresa al Mediterráneo izando su insignia en el navío Real Familia. Rinde Génova, recuperando dos millones de pesos que se retenían a la Corona y humilla a la plaza obligándola a rendirle honores. Posteriormente, con la insignia en el navío Santiago conquista Orán y Mazalquivir, destruyendo el nido pirata de Mostagán y la nave Capitana del Bey de Argel.

Años más tarde (estuvo un total de 19 años en esta etapa), defiende Cartagena de Indias derrotando en inferioridad manifiesta al Almirante Vernon gracias a su ingenio, infligiendo a Gran Bretaña la mayor humillación de todos los tiempos, acrecentada por el ridículo de tener que retractarse de las precipitadas celebraciones de victoria y de tener que recuperar las 40.000 monedas de oro conmemorativas acuñadas en balde.


En esta etapa, en la que Nelson obtuvo realmente cierta gloria, la balanza se inclina también del lado de Blas de Lezo, porque no sufrió ningún fracaso, y por las importantes consecuencias que tuvo su victoria en la desigual contienda de Cartagena de Indias, al impedir la penetración del colonialismo británico en Sudamérica.


CONCLUSIÓN

En mi opinión, a la vista de los historiales, la comparación se inclina clara y contundentemente a favor de Blas de Lezo. Por goleada. 

La conclusión es que, si Nelson preside Trafalgar Square en Londres con el grandioso monumento allí levantado, el marino de Pasajes debería tener un monumento de dimensiones colosales en el lugar más preeminente de Madrid y de todas las principales ciudades españolas. Su vida debería ser objeto de estudio y ejemplo para nuestros escolares, y tendría que gozar del reconocimiento y la admiración que realmente merece de todo el pueblo español.

Sin embargo, sólo hay poco más de una docena de municipios en España con una calle dedicada a nuestro héroe, ninguna de ellas mayor de 400 metros, y la inmensa mayoría de los españoles ignora quién es tan notable personaje. Reparemos esta lamentable deficiencia difundiendo sus hazañas por doquier, y propiciemos el reconocimiento que merece.

Afortunadamente la Armada no sólo sabe de los méritos de Blas de Lezo, sino que honra su memoria concediendo su nombre a algunos de sus mejores barcos a lo largo de la Historia reciente. Actualmente la F-103 pasea por el mundo el nombre de nuestro héroe.

¡¡¡GLORIA A DON BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA!!!

CN Enrique Zafra Caramé

Trabajo publicado en la Revista General de Marina, Octubre de 2014.

Premio “Roger de Lauria” Publicado en el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa 101 de fecha 27 de Mayo de 2015, por la Resolución 600/06831/15.


UNIÓN DE BIBLÍOFILOS MARÍTIMOS, NAVALES Y NÁUTICOS

FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE LIGAS NAVALES 










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